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Preludio op.28 núm.24 Frédéric Chopin 1/12/2021

Hans von Bülow llamó al preludio "asfixia" o "asfixiante" (sofocación), debido al sentimiento de desesperación que transmite. A pesar de no haber llegado hasta nosotros, puede que alguna vez tuviese un título. Según Solange hija de George Sand, pareja de Chopin, quién se quedó con el compositor en el monasterio en Mallorca cuándo los preludios fueron escritos, "Mi madre dio un título a cada uno de los maravillosos preludios; que fueron preservados en unas anotaciones, que se han perdido". Pero Solange memorizó los nombres. Se cree que el título del preludio es "Queles larmes sont versées du fond du cloître humide?" ("¿Qué lágrimas se derraman desde las profundidades del húmedo monasterio?”).

Esta miniatura alcanzó a llenar una página entera de sentimiento íntimo y profundo. Se está contando una historia muy triste y eso se nota en los intérvalos de la melodía. La gran parte de ella son segundas. Éstas, desde antiguos tiempos son símbolos de dolor.

Las segundas simbolizan el llanto y Chopin llena la melodía de segundas para demostrar el sufrimiento así como Mozart lo hace con su Requiem. La melodía tiene una dirección general poco a poco descendiente. De hecho, Chopin confirma esa dirección hacia abajo con el movimiento continuo de los acordes en la mano izquierda. Esa bajada es muy gradual y alargada en el tiempo.

Con el sufrimiento en la mano derecha y la bajada de la mano izquierda paso a paso nos movemos de la tónica de mi menor hacia la dominante. Pero nos movemos tan lentamente, como sin fuerzas, con el peso de la tristeza que trae la melodía. Y hasta cuando llegamos al quinto grado, donde se supone que vamos a poder resolver fácilmente, Chopin da otras vueltas sin parar. Es un dolor muy profundo que no cesa, que se alarga. Un sufrimiento continuo. Es muy importante entender el carácter de la obra y la profundidad del pensamiento del autor. Tratar de sentirlo. Entrar en ese estado y poder prepararse emocionalmente antes de interpretar esta obra.

Los dos últimos compases son como un epílogo.

Conclusión?

Desesperacion, profundamente trágico e íntimo, muy Frédéric Chopin.

“A veces solamente puedo quejarme, sufrir y derramar mi desesperación en el piano”

Todo un universo entero asfixiante y desesperado en sólo una página.


Os recomiendo el siguiente enlace para su escucha:



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